Gabriel Sopeña, profesor, compositor, poeta y rockero, saca un momento entre su agitada vida veraniega para bucear en el baúl de los recuerdos y recuperar alguna gema:
A quemarropa
¿Estás siguiendo esta edición 2012 de la Vuelta a España?
Sí, aunque lamentablemente no todos los días puedo hacerlo en directo...
Si la respuesta es afirmativa, ¿Te aventurarías a darme un TOP 5 para esta edición
Soy muy malo haciendo pronósticos, la verdad. Pero me encantaría que entre los cinco primeros estuvieran Valverde, Contador, Cobo y Purito Rodríguez. También me gusta mucho Igor Antón, aunque no veo tan fácil que pueda colarse por delante de Froome o de Nicolas Roche (que me gusta mucho como corredor).
¿Qué te parece la vuelta de Alberto Contador a las carreteras? ¿lo ves con ganas de victoria, agresivo? ¿Crees que volverá a ser el Contador de antes o le falta ritmo de competición?
Me parece maravilloso verlo de nuevo en la carretera. Creo que se ha cometido con él una de las mayores injusticias de los últimos años, por envidia y por enanismo mental de los poderosos y de todos los Pilatos del orbe ciclista: Contador es inocente, lo pinten de verde o de violeta. Ahora le falta ritmo de competición, pero es un superclase. Estoy convencido de que dará un ejemplo admirable de superación. Lo veo extraordinario: en la etapa de Ezcaray ha sido un verdadero animador.
¿Cuál es tu primer recuerdo con la Vuelta a España?
Me ha acompañado toda mi vida. La imagen de mi padre y de la pequeña televisión en blanco y negro de casa es lo que me viene a la cabeza y me emociona ahora que me lo preguntas. Y Luis Ocaña en ella, ganando la carrera de 1970: quizá sea el recuerdo más nítido que tengo de mi afición ciclista de la niñez.
Sí, aunque lamentablemente no todos los días puedo hacerlo en directo...
Si la respuesta es afirmativa, ¿Te aventurarías a darme un TOP 5 para esta edición
Soy muy malo haciendo pronósticos, la verdad. Pero me encantaría que entre los cinco primeros estuvieran Valverde, Contador, Cobo y Purito Rodríguez. También me gusta mucho Igor Antón, aunque no veo tan fácil que pueda colarse por delante de Froome o de Nicolas Roche (que me gusta mucho como corredor).
¿Qué te parece la vuelta de Alberto Contador a las carreteras? ¿lo ves con ganas de victoria, agresivo? ¿Crees que volverá a ser el Contador de antes o le falta ritmo de competición?
Me parece maravilloso verlo de nuevo en la carretera. Creo que se ha cometido con él una de las mayores injusticias de los últimos años, por envidia y por enanismo mental de los poderosos y de todos los Pilatos del orbe ciclista: Contador es inocente, lo pinten de verde o de violeta. Ahora le falta ritmo de competición, pero es un superclase. Estoy convencido de que dará un ejemplo admirable de superación. Lo veo extraordinario: en la etapa de Ezcaray ha sido un verdadero animador.
¿Cuál es tu primer recuerdo con la Vuelta a España?
Me ha acompañado toda mi vida. La imagen de mi padre y de la pequeña televisión en blanco y negro de casa es lo que me viene a la cabeza y me emociona ahora que me lo preguntas. Y Luis Ocaña en ella, ganando la carrera de 1970: quizá sea el recuerdo más nítido que tengo de mi afición ciclista de la niñez.
De todas las vueltas a España, cuál es la que recuerdas haber seguido con más intensidad y pasión?
Probablemente la de 1983. Fue colosal: Bernard Hinault (que la ganó) y un olimpo de ciclistas de ensueño: Giuseppe Saronni, Lejarreta, Fignon, Julián Gorospe, Alberto Fernández... Recuerdo los veinte minutos que le metió Hinault al bueno de Gorospe -después de una escapada épica- como si fuera ayer mismo. Y la descomunal subida de Lejarreta (tosco, pero qué corazón) a los Lagos que dejó temblando al Caimán... Hinault me parecía un ciclista verdaderamente extraterrestre.
¿Qué etapa recuerdas como más emocionante de la historia de la vuelta?
Me emocionó mucho cómo ganó Chava Jiménez a Tonkov en el terrorífico puerto del Angliru, en 1999. Me parece una buena imagen de la grandeza sublime del ciclismo: el ruso fue superado –dejándose todo lo que tenía, fuerzas y alma- en los últimos metros, esfuerzo contra esfuerzo, con aquella niebla infernal que traspasaba la pantalla de la televisión y añadía un toque de dramatismo tremendo al desenlace. Hubo un primero y un segundo, pero nadie perdió: fueron dos héroes, ganaron ambos el corazón y el respeto de todos los aficionados.
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