Bajo la lluvia, una y otra vez, las terribles rotondas de Normandía, veías la estela de las bicicletas marcando los dientes del pelotón. Llegaron a una pared, un pico, donde las águilas comienzan a tener hambre y de pronto, a la vera de uno de esos belgas que parecen tener tatuados los pavés y los muros de primavera, salta Alberto Contador...y detrás un servidor desde el sofá. Este hombre o va sobrado o quiere llevarse alguna etapa antes de venirse abajo. Me encanta Contador, no sé si sabré o no de ciclismo, pero a mí este tío me hace vibrar. Al final, sin lucha entre sprinters puros, se ha llevado la etapa un noruego muy prometedor: Boasson Hagen. Ganas de que llegue el Macizo Central, aunque no tengamos Mount Ventoux nos acercaremos al Puy de Dôme, otro lugar mítico.
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