La llegada a Luz Ardiden del año 1990 marcó el final del mando de Delgado en Banesto y demostró que Indurain andaba mucho más fino en aquel Tour de Francia. Los primeros días de carrera habían provoda una situación extraña en el pelotón, puesto que una fuga en la segunda etapa en la que estaban Pensec, Chiapucci, Bauer y Massen (que se llevó aquella etapa) llegó con más de diez minutos por delante de todos los favoritos. Greg Lemond, el gran calculador, no se inmutó, sabía que era cuestión de desgaste. El amarillo pasó de Bauer a Pensec para terminar sobre el diablo Chiapucci que se descubrió como un gran ciclista aquellos días. El italiano no había alcanzado todavía la excelencia como escalador (la que demostraría los dos años siguientes en las cumbres galas) lo que no le permitía ser un serio candidato al primer puesto. Delgado no andaba demasiado fino, había perdido mucha pegada en la montaña, si bien en la crono andaba bastante mejor que en sus primeros años, tanto que en la primera crono larga que se llevó el mexicano Raúl Alcalá y en la que Indurain mostró las garras quedando segundo, fue capaz de aventajar a Lemond en 6 segundos. Parecía que en la montaña podría recuperar tiempo y buscar su segundo tour de Francia, pero no fue así en absoluto: en la primera etapa alpina que gana Claveyrolat, Delgado ataca y consigue sacarle menos de 20 segundos a Lemond, la segunda etapa con final en Alpe d´Huez iba a ser clave, en la pomada estaban Bugno, Alcalá y el americano y Perico lo iba a intentar. Pero no fue posible, Delgado se ahoga en los dos últimos kilómetros de la subida a Alpe d´Huez. Delgado había saltado después del estupendo trabajo del equipo, incluído Indurain, pero se llevó detrás a dos consabidos chuparuedas: Bugno y Lemond, que no le dieron un solo relevo y cuando estuvo bien cocinado, devoraron al segoviano que veía cómo el Tour de Francia se le escapaba de entre las manos. Lo poco que había conseguido en la crono y en la primera etapa de montaña se evaporaba. Delgado demuestra algo de recuperación en la segunda crono larga del Tour de aquel año, en la que solo Breukink es capaz de derrotarle (la mejoría del español como contrarrelojista era notable), tercero Indurain y cuarto Lejarreta. Parecía que volvía a haber opciones de soñar. Aquel día el italiano Chiapucci era el nuevo líder de la carrera. Perico estaba distanciado de Lemond en menos de un minuto y medio. Y quedaban los Pirineos, el terreno favorito de Delgado. En la primera etapa pirenaica brilló Chozas pero ganó Mottet y Delgado no se movió y el día de Luz Ardiden....
Delgado (quizá como Contador mañana en el Tour, con Andy el chuparruedas a su vera) tenía que atacar en el Tourmalet, porque la subía a Luz Ardiden no era lo suficientemente dura para quitarse a Lemond de encima. Pero no lo hizo, no iba con fuerzas y eso al yanqui no se le pasó. Miguel Ángel Martínez iba escapado y en el momento de los últimos 10km de ascensión llegó a ponerse, en plan bravo, Chiapucci a tirar del grupo de los elegidos (que había atacado ya en el Aspin, a lo bravo). Ataca Fabio Parra y se lleva Lemond. Era un espejismo, en un momento dado, a 7km de meta, Lemond, elegantemente vestido con el maillot de Campeón del Mundo, acelera el ritmo y solo pueden seguirle Lejarreta e Indurain, se quedan Philipot y Roberto Conti. Perico iba hundido y Miguel Indurain decidió seguir hacia delante junto a Lemond. Lemond iba muy fuerte, tirando hacia arriba como una bestia, Miguel Ángel Martínez es superado por el ritmo de Lemond. A un kilómetro, Indurain que no ha hecho un relevo, supera al americano, que se ve ganador de su tercer Tour de Francia, ataca y se lleva la etapa, la última etapa en línea que ganó Indurain en el Tour. Era un aviso, se acabó la generación postHinault (que duró solo cuatro años, de Roche a Lemond) y comienza la época de Miguel el tranquilo.
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