Volvemos a Desde el Gavia este mes de junio tras un breve parón: analizamos las Ardenas, el Giro del Trentino y Romandía. Monográfico sobre el Giro de Italia y la victoria de Vicenzo Nibali. Teatralización de la victoria de Fuente en las Tres cimas de Lavaredo en el Giro de 1974.
Música de Josh Rouse, José Guardiola y Little Tony
Desde el Gavia se emite en Radio Ebro (105,2FM), Zaragoza-Aragón-España
Nos marchamos en Abril y volvemos en
Junio. Respiramos los efluvios del ciclismo en la zona donde el aroma
es más puro e intenso: las Ardenas. Las tierras bajas y la Bélgica
valona, la que busca el repecho como alimento último para la vida.
Para paladares exquisitos en la semana grande de las clásicas:
el comienzo en Holanda, con la Amsteld
Gold Race. La victoria de Roman Kreuziger del Saxo Bank fue una
pequeña muesca en el haber de los valientes. Atacó lejos (si se
puede llamar lejos a 7 kilómetros de meta. Y aguantó la subida al
mítico Cauberg, donde saltó Gilbert, con la carga del arcoiris
sobre los hombros. Gilbert, que nació para el Cauberg, vio cómo
Alejandro Valverde le cogía la rueda y junto a Simon Gerrans
llegaban a la cima de la colina para ver cómo Kreuziger se alejaba,
inalcanzable. Valverde todavía tuvo arrestos para ganar el sprint
del grupo cabecero y subir al tercer cajón del podium.
Y después de la Amsteld...la Flecha.
La Flecha Valona, convertida definitivamente en dominio para
llegadores en cuesta, para rematadores, los repecheros, los reyes de
los muros. Y el ganador del año pasado, Purito Rodríguez, que había
sufrido una caída en la Amstel Gold Race, no pudo repetir en el
final en Huy. Pasó el testigo a su segundo de a bordo, un increíble
Dani Moreno, que supo aguantar el embite de Gilbert (de nuevo
Gilbert, Cid Campeador de las Ardenas) y de un Peter Sagan agotado
tras un comienzo de temporada muy intenso. Moreno, en el último
arreón, se impuso a Betancur y Sergio Henao, los dos colombianos,
que se mostraron valientes en la subida final. El ciclismo colombiano
asusta, asusta y mucho. Alegría para Dani Moreno, que afila sus
armas para servir de escudero a Purito Rodríguez en el Tour de
Francia.
Y después de los aperitivos, el plato
fuerte: la gran clásica, la Doyenne, la Lieja....porque la Lieja es
el camino hacia cualquier lugar, donde las piedras, los mitos y los
valientes se juntan. Una clásica, la clásica, la carrera que devora
y escupe, que fabrica héroes. Este año la Lieja fue para Daniel
Martin, irlandés como Sean Kelly o Stephen Roche, valiente ganador
de una etapa en la Volta a Cataluña, de la estirpe de ganadores que
aprietan los dientes. Este año San Nicolás vio como llegaba a sus
pies Ryder Hesdejal, último ganador del Giro de Italia, pero por
detrás Carlos Betancur, dispuesto a grabar su nombre en las Ardenas,
lanzaba un ataque seco, fortísimo, uno de esos que solamente los
mejores pueden responder: le seguían Valverde y Purito, Daniel
Martin y Scarponi. Poco más, sin tiempo ni espacio. El pelotón
atomizado y por delante seis magníficos en esa horquilla de menos de
diez segundos definitiva en la Lieja. El tobogán los deja a los pies
de Ans, allí levantan la vista y es Purito el primero que dispara.
Nos ponemos en pie...pero sale Daniel Martin, aguanta Purito,
aguanta. Valverde pierde la rueda del irlandés que se pega a Purito
como una lapa. El aire lleno de ozono y la rueda de Daniel Martin
gira, afilada como una cuchilla en noche de Luna llena. Y salta y se
va y nadie puede decir nada. Porque Daniel Martin gana la Lieja y los
que todavía tienen hambre, que son muchos, tendrán que esperar
hasta el año próximo.
Las carreras de preparación para el
Giro de Italia nos trajeron algunas escenas inolvidables: En el Giro
del Trentino Bradley Wiggins lanzando su estropeada bici contra la
cuneta en la subida final de la cuarta etapa. El Trentino vio cómo
Nibali apuraba su puesta a punto, venciendo en la última etapa y en
la general final, demostrando que iba a ser el candidato número uno
al triunfo en la carrera rosa. Wiggins, malhumorado, sacado...fuera
de sí, iba encendiendo todas las luces de alarma. Y en el Tour de
Romandía, en Suiza, Froome vino, vio y venció, sin más, sin
excesos ni arabescos, sobresaliendo en todos los terrenos y apuntando
una trayectoria para esta temporada que se antoja inexpugnable para
todos sus rivales: se llevó el prólogo y fue segundo en la etapa
reina tras Simon Spilak. Ni el dúo del Movistar, Valverde y Rui
Costa ni Toni Martin que se apuntó la crono larga del último día
pudieron hacer ninguna sombra a un Chris Froome que funciona con la
precisión de un reloj y parece un líder todavía más sólido que
lo que fue Wiggins el año pasado.
Y llegamos a la primera de las grandes
vueltas por etapas del calendario ciclista mundial: la carrera rosa,
el Giro de Italia. La carrera de las trampas, de la nieve, la carrera
de las grandes montañas, de los Dolomitas y los Alpes, una carrera,
la italiana, bella, bellísima. Tres semanas de competición que
fueron de más a menos en la lucha. En el primer tramo de la carrera
la pugna entre el Sky de Wiggins y el Astana de Nibali se iba a
convertir en la protagonista de las etapas, trufadas de encerronas y
finales ratoneros que jugaron en contra del campeón británico:
Cavendish se llevó la primera volata como haría hasta en tres
ocasiones más, demostrando que es el mejor sprinter (y el más
regular) y el Sky la crono por equipos del segundo día en el que
Movistar hizo un estupendo tercer puesto. La primera maglia italiana
fue para el veterano Luca Paolini que se llevó la tercera etapa en
una escapada final llena de pericia. En la cuarta etapa Wiggins se
había caído y había cedido unos pocos segundos en meta, el agua y
los descensos no eran lo suyo. No se le veía fino...todo lo
contrario que a los colombianos Henao y Urán que se debatían entre
el apoyo a su líder y sus fuerzas. El final en la séptima etapa, en
Pescara, abrió el abanico de posibilidades: Adam Hansen se llevaba
la etapa y Beña Intxausti cogía la maglia rosa de líder al ser el
mejor clasificado en el grupo de los importantes. En la octava etapa,
la primera crono individual de la carrera, las luces amarillas de la
carrera se encendieron: Wiggins no conseguía baja el crono de su
compañero Alex Dowset que daba la primera victoria de etapa al
equipo Movistar. ¿Qué iba a suceder en la segunda parte del Giro?
Wiggins, por una vez, no le bastaba con aguantar. Beñat perdía la
maglia a favor de Vincenzo Nibali. Iba a ser difícil quitársela.
Y en la décima jornada la alarma roja:
final en alto, en Montesiano. A unos pocos kilómetros de la cima
salta Sergio Henao, que se va hacia el triunfo, solo le siguen un
grupito en el que está, por supuesto Nibali y un renacido Cadel
Evans. Pero Wiggins cede. No mucho, pero cede. Entra en meta con más
de medio minuto perdido con los de delante. ¿Quién lleva los
galones ahora en el Sky? Y al día siguiente otro final en el alto y
aunque aguanta Wiggins su cara no es la mejor de todas al terminar la
etapa. Finalmente en la jornada 13 Wiggins abandona la carrera. La
carrera se ve clara para Nibali y más porque al día siguiente en el
final en Bardonechia llega junto a Mauro Santambroggio destacado a
meta dejando que la victoria sea para el corredor del Vini Fantini.
Victoria que no podrá disfrutar Santambroggio puesto que será
desposeído de ella por un control antidoping. Una pena, una
desgracia, un lastre que sigue pareciendo ineludible.
Sin Wiggins el camino parece abierto
para Nibali en la tercera semana y así es: en el final en el
Galibier se impone Visconti del Movistar y los favoritos no se
mueven. En Ivrea al día siguiente, en una etapa de media montaña,
es el gran día de Beñat, el segundo gran día, porque se impone al
sprint en una fuga de cuatro en la que es su primera victoria en una
grande y la primera española. Ángel Vicioso, el ciclista de Alhama
de Aragón acarició con los dedos en la quinta etapa el triunfo pero
se le escapó frente a Degenkolb en el último suspiro. Días después
sufrió un accidente al chocar contra un coche durante la carrera y
aunque tuvo arrestos para terminar la prueba las lesiones han sido
múltiples y todavía se está recuperando. Le deseamos lo mejor
desde aquí. Giovanni Visconti repite en la etapa 17 y Nibali por fin
se lleva un triunfo parcial en la cronoescalada de la etapa 18. Al
día siguiente la etapa es anulada por el mal tiempo y el final del
Giro, el último esfuerzo, estará marcado por las Tres cimas de
Lavaredo. Allí, entre la nieve, Nibali, a cuatro kilómetros de la
meta lanza un ataque cortante y se va solo, poco a poco, segundo a
segundo, se impone con la celeridad del goteo. Gana con orgullo, con
clase...Nibali es un grande, un valiente. A pocos segundo entra
Rigoberto Urán que será segundo en Brescia al día siguiente y
tercero un desfallecido Cadel Evans, veterano diesel en mil batallas.
Nibali se lleva su segunda grande, tras la Vuelta del año 2010, con
tres etapas y la vocación de campeón cada vez más presente.
En el año 1974 Fuente se enfrentaba al
caníbal, a Eddy Merckx, que buscaba su quinto triunfo en el Giro de
Italia. El Tarangu había sido líder durante varias jornadas pero
una pájara impresionante a mediados de la carrera había devuelto el
jersey rosa a Merckx. Fuente no ceja y consigue, primero en Monte
Generoso y luego en Iseo recortar tiempo al Caníbal. Y llegamos a la
etapa 20, 6 de junio de 1974. El final, con las Tres cimas de
Lavaredo, se antoja durísimo, pero la batalla comienza mucho antes:
en el segundo puerto, el Passo della Mauria ataca Fuente y, entre la
niebla, se marcha solo. A los pies de las Tres cimas de Lavaredo el
tiempo se detiene. La ventaja no se mide en tiempo cuando hablamos de
la épica del ciclismo. Se mide en pedaladas divinas y metros hacia
el averno. Porque Fuente es un rebelde, un tipo fuera del sistema,
con el hambre antigua del triunfo que no se puede saciar con
victorias de etapa. Un hombre de todo o nada. Y los Tiffosi aullan a
su paso y por detrás Baronchelli ataca...y Merckx sufre, pero Merckx
es un titán, de vísceras eternas, un animal salvaje inalcanzable,
porque sus alas son eternas. Y llega Fuente y los muros se cierran y
llega Merckx a casi dos minutos de Fuente. No es suficiente. Ambos
graban con cincel sus nombres, los nombres de los mitos solo se
escriben en piedra.
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